jueves, 28 de noviembre de 2013

Hipertensión y Chlorella

Aunque es una enfermedad asintomática, si no se trata, la hipertensión crónica conlleva riesgos graves para la salud, incluida una predisposición mayor de ataque al corazón, apoplejía, insuficiencia cardíaca, enfermedades renales y muerte. La hipertensión es la principal causa atribuible de muerte en el mundo, y afecta aproximadamente a 1.200 millones de personas en el planeta

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La presión sanguínea alta o hipertensión, puede provocarla un consumo excesivo de alimentos tales como harinas, azúcares, fructosa, grasas, lácteos, alcohol o demasiados líquidos. Y todo esto provoca hipertensión, ya que en nuestro sistema digestivo se descomponen en glucosa, y luego almacenados en nuestro hígado como glicógeno.

Cuando el hígado no es capaz de almacenar el glicógeno, éste se libera en la sangre como ácidos grasos y triglicéridos. El primer lugar donde se acumula, es en las partes con menos actividad del cuerpo, es decir, glúteos, muslos, abdomen y/o caderas. Cuando ya hay una saturación de ácidos grasos en estas zonas, estos se derivan a órganos más vitales, como el corazón o riñones, que poco a poco se cubrirán de grasa y mucosidades. Asimismo, esta acumulación también provocará un debilitamiento funcional de órganos y la pérdida de la elasticidad de los vasos sanguíneos, que causará una disminución de la presión diastólica (la tensión mínima). En la sangre, los ácidos grasos se adherirán al plasma y glóbulos rojos, volviéndolos viscosos. Esto impedirá que los glóbulos rojos se plieguen para circular a lo largo de los diminutos capilares, y si además están cubiertos de grasa, se pegarán entre sí, formando grumos y tapando estos capilares. Con ello estarán privando de oxígeno a la células, provocando un aumento de presión diastólica y sistólica (mínima y máxima)

 

Hipertension El consumo de los alimentos nombrados, también afecta de una manera importante al sistema nervioso simpático. Las terminaciones de estos nervios se extienden desde los ganglios del pecho hasta los vasos sanguíneos del estómago, los riñones, hígado y otros órganos vitales. La estimulación de estos nervios, segregarán hormonas que también producirán la subida de la presión.

Como contraparte, el consumo excesivo de alimentos como carne, huevos, quesos duros, mariscos y otros alimentos de alto contenido de colesterol y grasas saturadas, contrae las arteriolas, que son pequeños vasos que conectan las arterias con los capilares. Esto provoca estrechamiento, engrosamiento u obstrucción de las paredes arteriales, resultando una disminución del poder de contracción de las arterias, lo que aumenta la resistencia al flujo de sangre en los capilares. Así es que forzosamente aumenta la presión diastólica, causando a su vez un aumento en la presión sistólica para compensar. Si abusamos en el consumo de estos alimentos, arterias y arteriolas se pondrán “rígidas”, y pierden su elasticidad, por lo que no podrán distenderse cuando la sangre es bombeada. Como compensación, aumenta la presión sistólica contra la paredes de las arterias, y pierden la capacidad de contraerse con cada bombeo o latido, haciendo disminuir la presión diastólica.

En un próximo artículo, explicaremos los beneficios que aporta la chlorella para mantener a raya la hipertensión y el colesterol

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